lunes, 6 de octubre de 2008

Crítica 5 al Medio - Radio Palermo

5 al medio Radio Palermo


De la mano de pintores como Durero (quien en el año 1507 inmortalizó a Adán y Eva con la manzana) surge el mito. Quizás no fuera ese artista el primero al que se le ocurrió la idea, pero sin duda él, sus antecesores y contemporáneos, marcaron tendencia, una moda a seguir que al final se dio por bíblica y veraz.
Al leer en el programa la sinopsis de la obra, El, Ella y El Dueño, son palabras que resaltan en negrita y podría trazarse con ellas un paralelismo entre los protagonistas y los personajes del génesis bíblico y su Creador. Con la expulsión de estos del paraíso nace el mundo, y es factible decir que con la expulsión de EL, y Ella del tren, nacen al mundo, un mundo del cual se van a apropiar a pesar de que ya posea un dueño.
Ahora bien, si se tiene en cuenta que la historia se desarrolla en una estación de tren, se puede observar que hay un camino marcado, monótono y rutinario, que no sólo es el camino que debe recorrer el tren por esa vía que le marca su destino, sino que Ella, también, debe transitar ese camino signado por el mandato familiar. Aparentemente, El no pretende seguir ningún mandato familiar, sino más bien hacer lo inverso. El protagonista desarrolla su tarea como programador de software, profesión que implica la creación de procedimientos rutinarios para llevar adelante operaciones mediante un ordenador; ocupación segura y rentable que se puede tildar también de rutinaria y controladora de un sistema. Ocupación totalmente opuesta a las convicciones que estimulan a alguien que elige ser sindicalista, tarea que en algún tiempo, consistió en dedicarse a la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales en detrimento de los intereses patronales; ocupación que desarrollaba el padre del protagonista, según lo expresa en la historia.
Un tercer personaje, se presenta como El Dueño de la matriz en la cual los protagonistas desarrollan la acción, en este caso la desolada e insegura estación de Ciudadela.La disputa constante entre el deber y el querer envuelve a los actores en una trama que parece carecer de coherencia, debido que no cae en lugares comunes y utiliza distintos artilugios lingüísticos para lograr resoluciones valiosas.
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, se observa que la identidad de los personajes, esta marcada por sus números de documentos, y por sus ocupaciones. Mas allá de que, analizando el parlamento, se pueda encontrar un sin fin de acepciones para considerar.
En definitiva, el trabajo retrata la realidad o el sentido, entendidos como procesos o cambios, que a veces se oponen a ser, ya sea por desconocer la existencia de otro universo, debido a la comodidad que ofrecen determinados sistemas envolventes, o al cumplimiento de ilógicos preceptos heredados.
Para mostrar esto, la puesta se vale de diálogos, absurdos en apariencia, que hacen que la razón entre en cierta crisis; situaciones hilarantes recorren la historia; recrea cuadros virtuales, comparables a los sueños de cualquier mortal; contextos amorosos que no pasan para nada desapercibidos; y retazos de historia que confluyen en una interesante propuesta.
Con la impecable dirección de Marcelo Velázquez, el equipo desarrolla una gran labor y la energía desbordante de Yazmín Schmidt, se complementa con el trabajo de Alejandro Rozenholc, y con un Mariano Karamanian quién se luce en el escenario cual actor de variedades, realizando un cuadro lúdico y divertido, plausible en todos los aspectos. Los efectos sonoros, lumínicos y el vestuario, forman parte de este universo escenográfico sencillo pero no menor, que acompaña a esta representación dinámica y eficaz, la cual hace hincapié en la poética del lenguaje, mostrando un discurso ecléctico, al mejor estilo de su autor, Rafael Spregelburd.
En suma, sobrados son los elementos que nos ofrece esta propuesta coma para hacer caso omiso de la misma. De ello da cuenta la sala que cada viernes se observa colmada, y como para no dejar a nadie afuera, los organizadores deben agregar sillas a las ya previstas para cada función.

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