miércoles, 29 de octubre de 2008

Crítica Lapolítica online

Del off, lo mejor.
Dos obras para incursionar en el teatro “off Corrientes”. Propuestas incómodas y perturbadoras como “Destino de dos cosas o tres” del chico malo del teatro, Rafael Spregelburd; o la poética “Parece ser que me fui” de Marina Barbera.
Por Cristina Noble 11.10.2008 http://www.lapoliticaonline.com/


“Destino de dos cosas o tres” del chico malo del teatro, Rafael Spregelburd.

Cuando Spregelburd, el enfant terrible de la dramaturgia argentina, escribió esta pieza tenía sólo 19 años y ya despuntaban sus obsesiones y su placer por los juegos idiomáticos. Destino de dos cosas o tres ironiza sobre hechos que carecen de sentido y sin embargo son asumidos con la mayor naturalidad, como el viaje interrumpido de un hombre y una mujer que emergen perdidos en una estación de tren: Ciudadela, un punto ciego en el planeta Tierra donde ninguna formación se detiene. En medio de esa nada perfectamente ubicable del ferrocarril Samiento, se desarrolla una pequeña historia de amor, una accidentada relación entre dos desconocidos que viajan apretujados una contra el otro, y que por razones ignotas son despedidos en un momento del viaje.Arrojados de su destino rutinario –Once-Moreno-Once, por momentos parecen juntar fragmentos de sus historias.

El y Ella, tan sólo identificados por sus números de documentos y sus actividades, viajante y programador de software, esperan volver a subirse al próximo tren con el fin de continuar su viaje. Pero el destino los deja varados en Ciudadela. En ese no lugar la espera les reserva un encuentro de preguntas y respuestas. El y Ella se transforman progresivamente haciendo de la estación de tren el lugar del encuentro amoroso marcado por la dulzura y el humor que saben imprimirle los actores a sus personajes.

Acorde con la dramaturgia de Rafael Spregelburd los gestos, juegos de lenguaje, situaciones absurdas, diálogos inconclusos y relatos inacabados rigen este encuentro que merece ser visto. El espacio teatral, una casona de San Telmo reciclada, agrega encanto al espectáculo.

domingo, 19 de octubre de 2008

Crítica Revista Siamesa


Por Nicolás Pose
Martes 14 de octubre de 2008 Publicado por Revista Siamesa
http://revistasiamesa.blogspot.com/2008/10/destino-de-dos-cosas-o-de-tres-una-obra.html

Sobre un escenario despojado aparecen tan sólo un banco y un farol típicos de estación ferroviaria. Al fondo, una escalera, desde donde de a poco comienzan a bajar lentamente dos personas: son los protagonistas de la obra. A partir de ese encuentro en la estación, él y ella se conocen y comienzan a dialogar gracias a la oportunidad que les brinda la espera del próximo tren. Ellos discuten quién ha bajado a quién del tren y no consiguen ponerse de acuerdo. Y si se conocen por sus respectivos números de documentos, y no por su nombre, esto ya marca desde un principio la frivolidad y la superficialidad que existe en las relaciones de hoy en día. Él es un programador de software donde bajo sus parlamentos se cuela la frialdad numérica de su discurso y su marcado racionalismo. Ella es una viajante de tren, lo que su madre soñaba con que fuera en el futuro. Entonces, desde el banco de la estación comienzan a tratar de relacionarse, y allí aparecen los miedos, las inseguridades, la presión de los mandatos sociales y familiares, y sobre todo, el destino. Un destino que parece ser lo más importante, un destino que tratan de hacerlo común con la llegada del amor como la única posibilidad de amenizar la espera, y al mismo tiempo, como la única puerta para darle un poco de sentido a sus vidas carentes de sentido. Porque en la obra se juega el destino de esa relación, de esa torpe seducción que él intenta con ella, de la desilusión que ella tiene por no haber encontrado nunca a un príncipe con manos grandes, y ojos fuertes de equino. Y cuando finalmente llega el beso tan esperado por él, aparece un relincho, la voz de animal que le da otro cariz a él destruyendo su marcado racionalismo. Todo sucede en la estación Ciudadela, una estación cualquiera, porque podría ser en otra estación, lo importante es que sea en un espacio preparado para la espera, un espacio para bajarse de ese vaivén alocado que es la vida para pensarnos un poco a nosotros mismos.
Eso es lo que viven los dos personajes de la obra de Spregelburd, dándose cuenta de que el sentido de la vida se cifra, a veces, más en el caos, que en la búsqueda de lo que nuestros mandatos sociales y familiares nos imponen. Por eso, en la obra se menciona que no importa conocer si algo empieza o termina, sino lo que se vive, lo que está sucediendo. Finalmente, el espectador se sorprende cuando aparece El Dueño, el tercer personaje en cuestión. Un personaje que mantiene una mímica al estilo presentador de lotería, pero que al mismo tiempo les hace a los personajes preguntas sobre su relación. Es el dueño de sus destinos, el que elige quiénes serán los próximos en bajarse en esa estación de tren para conocerse. Sobre el final de la obra, pareciera que la pareja dialogase con el hacedor de su destino, que puede ser también el dueño del shopping center donde han visto una película de “bichos que comen bichos y que vomitan más bichos”. El dueño emite una pregunta y se congela, y así todo el tiempo, mientras la pareja piensa qué contestarle. Y así, contra toda la lógica, los personajes escapan a las directivas del dueño, un posible eslabón en la cadena para mantener al mundo tan ordenado como siempre, dentro de lo previsible, por eso, no es casual que sea el dueño de ese pequeño micro universo que es el shopping center. Por eso, los personajes, aprendiendo a vivir dentro del caos de la espera y de lo que significa revelarse ante el otro, se cuentan sus miedos, sus historias familiares, sus sueños, se enamoran, y finalmente, al romper con la rutina, se escapan del dueño en la balsa de las aguas del amor, instalando un caos saludable y eficaz para eludir esa lógica comercial que el mundo le quiere imponer a nuestra vida en todo momento.
Aunque anterior en cuanto a su composición, esta obra Destino de dos cosas o de tres sube a escena bajo la tutela de Marcelo Velázquez, y con muy buenas actuaciones. A pesar de que la obra dure sólo 50 minutos, posee una fuerza expresiva que se muestra desde el primer momento. No es necesaria una mayor duración para una obra donde el despojamiento de la escenografía hace que los parlamentos y las actuaciones sean lo principal del escenario. Con un lenguaje en ciertos momentos procaz y soez, los parlamentos de los protagonistas nunca rozan la artificialidad, aunque sí en los momentos que la poesía lo requiere. Es una obra muy recomendable, y que difícilmente el espectador se arrepienta luego de haberla visto.

martes, 7 de octubre de 2008

Presentación


Una producción de LA MUDA COMPAÑÍA DE TEATRO

Destino de dos cosas o de tres

Una obra de Rafael Spregelburd

Dirección: Marcelo Velázquez

ELLA: - Pero eso no contesta a nuestra pregunta.
DUEÑO: - Nada contesta a ninguna pregunta.
ÉL: -¿Y si hacen falta respuestas?

En una estación de tren, como cualquiera o como ninguna, dos seres, un hombre y una mujer, se encuentran y nacen al mundo. Desde sus miedos e inseguridades, desde sus mandatos familiares y sociales. El destino, incierto, los hará. Y el amor también hará lo suyo en contra de los obstáculos que imponen los dueños de la verdad.Espacio real y espacio onírico conviven en la propuesta escénica donde se recortan ÉL, ELLA y EL DUEÑO para revivir el instante de los eternos desencuentros, para esperar respuestas en un mundo donde “nada contesta a ninguna pregunta”. Para jugar el juego de la espera, de los trenes que van y vienen, de los constantes viajes a ninguna parte y, cuando nos detenemos, cuando nos bajamos o nos bajan: el sinsentido.

Elenco: Mariano Karamanian, Yazmín Schmidt y Alejandro Rozenholc

Diseño y realización de escenografía: Fernando Leiva

Diseño de iluminación: Pehuén Stordeur

Diseño y realización de vestuario: Verónica Corizzo

Diseño gráfico: Pablo Pivetta

Música original: Andrés Burecovics

Fotografía: Gianni Mestichelli

Prensa y difusión: Tehagolaprensa

Asistente de escena: Hernán Rozenholc

Asistente de dirección: Verónica Corizzo


Este espectáculo cuenta con el apoyo de Proteatro

Viernes 21.30

Entrada general $25 Dto. Estudiantes y jubilados $18

DelBorde Espacio Teatral

Chile 630 – San Telmo

Ciudad de Buenos Aires


Reservas: 4300-6201


Sobre el autor:
Rafael Spregelburd
Nace en Buenos Aires en 1970. Comienza sus estudios de teatro como actor, pero al poco tiempo se dedica también a la dramaturgia. Entre sus maestros figuran el dramaturgo Mauricio Kartun y el director Ricardo Bartis. A partir de 1995 se dedica también a la dirección, ocupándose de la mayoría de sus textos escritos a partir de esa fecha, y ocasionalmente de adaptaciones personales de textos de otros autores.También cursa estudios de Artes Combinadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, carrera que abandona en 1996 para dedicarse de lleno al teatro. Ha realizado seminarios con el español José Sanchís Sinisterra, en Buenos Aires y Barcelona; fue seleccionado y becado por “El Teatro Fronterizo” (Sala Beckett de Barcelona) en 1995. Durante julio y agosto de 1998 es seleccionado también por el British Council y el Royal Court Theatre de Londres para participar del Summer International Residency que organiza anualmente el Royal Court. A partir del año 2000 fue "Hausautor" (autor comisionado) del Deutsches Schauspielhaus de Hamburgo. En 2005 comienza a trabajar como "fellow" de la Akademie Schloss Solitude, de Stuttgart. Es director y autor del teatro Schaubühne, de Berlín. Fundador de la compañía "El Patrón Vázquez", sus montajes han viajado por numerosos festivales y teatros internacionales: Festival Iberoamericano de Bogotá, Temporada Alta de Girona, Otoño de Madrid, FIT de Cádiz, Festival de Manizales, MIT de Brasília, Festival de Londrina, Festival Fronteras de Londres, Festival Santiago a Mil de Chile, Festival del Mercosur de Córdoba, BAiT - Buenos Aires in Translation de New York, Chapter Theatre de Cardiff, Deutsches Schaupielhaus de Hamburgo, Hebbel Theater de Berlín, Festival de Almagro de España, Festival de Almada de Portugal, Festival Puerta de las Américas de México, entre muchos otros.Sus obras han sido editadas en Argentina, Reino Unido, Francia, México y Alemania, y traducidas al inglés, francés, alemán, checo, sueco, neerlandés, italiano y portugués.

Sobre el director:
Marcelo Velázquez
Es egresado de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Estudia en la Escuela Integral de Teatro de Alejandra Boero (Andamio 90). Realiza talleres de Actuación con Alberto Ure, Vivi Tellas, Mónica Cabrera, Teresa Sarrail y Augusto Fernándes. Desde el 2006 participa de los talleres de puesta en escena de Rubén Szchumacher en ElKafka Espacio Teatral. Participa como actor en gran cantidad de espectáculos desde 1987. Estrena Fragmentos de teatro-3 piezas de Samuel Beckett, y Los reyes de Julio Cortázar, en Babilonia. Desde 1994 participa de los proyectos del Teatro Andamio 90: La fiesta del hierro de Roberto Arlt dirigida por R. Correa - A. Bazzalo, 1789 de Arianne Mnouchkine dirigida por A. Boero - J. Baccaro, Ángeles en América de Tony Kushner, dirigidas por A. Boero- J. Baccaro. Participa de la creación de la Compañía de Teatro La Muda y actúa en los espectáculos producidos por la Compañía: en el 2000 Penas sin importancia de Griselda Gambaro, en el 2001 estrena La mujer en el auto de Felix Mitterer. En el 2007 estrena la obra Criminal de Javier Daulte en el Teatro DelBorde que es su debut como director. Se desempeña como docente de teatro en el Estudio de La Compañía de Teatro La Muda, en el Departamento de Artes Dramáticas del I.U.N.A. y en diversos establecimientos educativos de nivel medio y universitario.

lunes, 6 de octubre de 2008

Crítica Radio Belgrano

Destino de dos cosas o de tres
Nos cuenta la historia de dos seres que esperan juntos el próximo tren en una estación abandonada, mientras crece en ellos un amor muy particular.
Y como una metáfora del movimiento, van haciendo un recorrido por las distintas formas de relaciones humanas, el valor del lenguaje en la comunicación, los mandatos establecidos y la posibilidad de cambiarlos desafiando al destino. El absurdo, la ironía, el humor y el poder interactuar con la obra, características del autor, suavizan la intensidad del relato, por el que se mueven los protagonistas con destacadas actuaciones. Dentro de una puesta y escenografía sobria, reforzada por el marco especial que le da una vieja casona de San Telmo que ocupa el teatro.
Mabel Loschiavo.
“La vida de noche” Radio Belgrano.

Crítica 5 al Medio - Radio Palermo

5 al medio Radio Palermo


De la mano de pintores como Durero (quien en el año 1507 inmortalizó a Adán y Eva con la manzana) surge el mito. Quizás no fuera ese artista el primero al que se le ocurrió la idea, pero sin duda él, sus antecesores y contemporáneos, marcaron tendencia, una moda a seguir que al final se dio por bíblica y veraz.
Al leer en el programa la sinopsis de la obra, El, Ella y El Dueño, son palabras que resaltan en negrita y podría trazarse con ellas un paralelismo entre los protagonistas y los personajes del génesis bíblico y su Creador. Con la expulsión de estos del paraíso nace el mundo, y es factible decir que con la expulsión de EL, y Ella del tren, nacen al mundo, un mundo del cual se van a apropiar a pesar de que ya posea un dueño.
Ahora bien, si se tiene en cuenta que la historia se desarrolla en una estación de tren, se puede observar que hay un camino marcado, monótono y rutinario, que no sólo es el camino que debe recorrer el tren por esa vía que le marca su destino, sino que Ella, también, debe transitar ese camino signado por el mandato familiar. Aparentemente, El no pretende seguir ningún mandato familiar, sino más bien hacer lo inverso. El protagonista desarrolla su tarea como programador de software, profesión que implica la creación de procedimientos rutinarios para llevar adelante operaciones mediante un ordenador; ocupación segura y rentable que se puede tildar también de rutinaria y controladora de un sistema. Ocupación totalmente opuesta a las convicciones que estimulan a alguien que elige ser sindicalista, tarea que en algún tiempo, consistió en dedicarse a la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales en detrimento de los intereses patronales; ocupación que desarrollaba el padre del protagonista, según lo expresa en la historia.
Un tercer personaje, se presenta como El Dueño de la matriz en la cual los protagonistas desarrollan la acción, en este caso la desolada e insegura estación de Ciudadela.La disputa constante entre el deber y el querer envuelve a los actores en una trama que parece carecer de coherencia, debido que no cae en lugares comunes y utiliza distintos artilugios lingüísticos para lograr resoluciones valiosas.
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, se observa que la identidad de los personajes, esta marcada por sus números de documentos, y por sus ocupaciones. Mas allá de que, analizando el parlamento, se pueda encontrar un sin fin de acepciones para considerar.
En definitiva, el trabajo retrata la realidad o el sentido, entendidos como procesos o cambios, que a veces se oponen a ser, ya sea por desconocer la existencia de otro universo, debido a la comodidad que ofrecen determinados sistemas envolventes, o al cumplimiento de ilógicos preceptos heredados.
Para mostrar esto, la puesta se vale de diálogos, absurdos en apariencia, que hacen que la razón entre en cierta crisis; situaciones hilarantes recorren la historia; recrea cuadros virtuales, comparables a los sueños de cualquier mortal; contextos amorosos que no pasan para nada desapercibidos; y retazos de historia que confluyen en una interesante propuesta.
Con la impecable dirección de Marcelo Velázquez, el equipo desarrolla una gran labor y la energía desbordante de Yazmín Schmidt, se complementa con el trabajo de Alejandro Rozenholc, y con un Mariano Karamanian quién se luce en el escenario cual actor de variedades, realizando un cuadro lúdico y divertido, plausible en todos los aspectos. Los efectos sonoros, lumínicos y el vestuario, forman parte de este universo escenográfico sencillo pero no menor, que acompaña a esta representación dinámica y eficaz, la cual hace hincapié en la poética del lenguaje, mostrando un discurso ecléctico, al mejor estilo de su autor, Rafael Spregelburd.
En suma, sobrados son los elementos que nos ofrece esta propuesta coma para hacer caso omiso de la misma. De ello da cuenta la sala que cada viernes se observa colmada, y como para no dejar a nadie afuera, los organizadores deben agregar sillas a las ya previstas para cada función.

Crítica Vuenosairez.com

Vuenosairez.com 3/9/2008
Destino de dos cosas o de tres

El vacío de amor de dos personajes, el entretenimiento que representa el trabajo en el cual son solo números, y la sideral distancia que tienen tanto de su propio mundo interior como del otro y sus diálogos, son los tópicos donde está vertebrada Destino, obra que en clave de comedia traza un cuadro de situación sobre el mundo que los rodea, con brillante dramaturgia.
La notable autoría de Rafael Spregelburd queda demostrada una vez más en esta pieza, en la que los personajes no poseen nombre propio sino números. La construcción de sus mundos interiores están moldeados por una realidad en la cual su humanidad tiene ribetes de máquina donde no hay riesgo posible más allá de lo establecido tanto por la sociedad en la que viven como por las reglas culturales que los rigen y el mandato familiar: "mi mamá me dijo" dirá ella, o "mi papá estaría orgulloso de mí", dirá él; ambos discursos utilizados como justificación de una vida carente de sentimientos y donde no hay lugar para la elección propia.
Dos jóvenes, él es 21.518.275, ella 28.318.533, tal sus nombres, se encuentran en una estación de tren habitada por ellos. Allí comienzan tanto sus diálogos como la exploración del otro. Así irán descubriendo sus universos mezquinos, sus realidades grises, sus seguridades escasas. La desconfianza será el motor donde se articula un mundo ya establecido y sin cambio aparente, pero que tenue pero firmemente comenzarán a modificar. Ese resquebrajamiento tomará su forma definitiva cuando la atracción entre ambos se torne indisimulable.El Amor con su caos dirá presente y los pondrá en la disyuntiva de quedarse en lo establecido o decidir por lo que el "destino" les puso en el camino.
La dramaturgia menciona (denuncia) el mundo en que nos toca vivir, donde lo económico y lo entretenido pareciera ser el único vector y factor alienante, por donde viajan un importante cantidad (o número) de vidas y que parece tener mas preponderancia que la humanidad que se diluye en nuestros contactos.
La puesta en escena se destaca en cuanto a la recreación de la estación de tren y es precisamente esto lo que eleva la apuesta de esta comedia.
Moraleja: En los Estados Unidos un viejo lema dice que detrás de un gran negocio se esconde un gran delito. En Destino, detrás de esta comedia se esconde una tragedia que se abate en nuestra sociedad, y que esta obra la pone en evidencia con un texto impecable, con una gran puesta, y con actuaciones aceptables que hacen de Destino una valida opción.

Crítica Revista Abrí

Revista de Arte Abrí, año 6 nº 69
escenicas@abri.com.ar

Una puesta meticulosa que nos enfrenta desde el absurdo con el sinsentido existencial de la vida en esta sociedad, una escenografía sugestiva y sobria nos ubica en una estación de tren, con la teatralidad absoluta que convocan los “no lugares” como lo es esta estación.Los personajes, arbitrariamente, son lo que los padres le dijeron que sea: ella es “viajante de tren”, él y su trabajo con el software lo llevan a calcular los decimales de “pi” eternamente; desean ver una película de la que conocen el final por haber visto la publicidad. Todo esto es muy sugestivo porque nos enfrenta a la situación en la cual vivimos: creemos saber cómo son las cosas por lo que nos cuenta la televisión. Es un espectáculo que te divierte al verlo pero que, después de varios días regresa y hace reflexionar sobre la mecanicidad de la existencia.

Elio Kohaj

Crítica Leedor.com

Leedor.com Sitio de Cultura
2 de Agosto de 2008
Destino de dos cosas o de tres

Por Cecilia de la Cruz

Moreno-Once, Once-Moreno: recorrido constante e ininterrumpido donde el tren de la ex línea Sarmiento se detiene para sumar gente a su itinerario.Entre el subir y bajar de cada pasajero, dos seres son arrojados de ese recorrido rutinario para que al menos aquellos fragmentos de historia puedan ser ensamblados.El y Ella, tan sólo identificados por sus números de documentos y sus actividades, viajante y programador de software, esperan volver a subirse al próximo tren con el fin de continuar su viaje. Pero el destino anuncia la contingencia...De este modo, la espera les reserva un encuentro de preguntas y respuestas que conducen al silencio del sin-sentido.Así, viajante y programador de software, entre el miedo a lo inesperado y la necesidad de cumplir con los mandatos familiares, no reparan en que esa espera es la posibilidad de explorar nuevos territorios.El y Ella se transforman progresivamente haciendo de la estación de tren el lugar del encuentro amoroso marcado por la dulzura y el humor que saben imprimirle los actores a sus personajes. A la altura de la dramaturgia de Rafael Spregelburd los gestos, juegos de lenguaje, situaciones absurdas, diálogos inconclusos y relatos inacabados rigen este encuentro en el marco de la soledad de la estación de Ciudadela.Y cuando el espectador comienza a sentirse parte de la lógica que ponen en juego los personajes, se le suma un tercero inesperado pero necesario. Entre el ir y venir de los trenes, los interrogantes dominan nuevamente la escena exigiendo respuestas que algunos se atreven a dar.Destino de dos cosas o de tres es un planteo sencillo desde la puesta en escena y a la vez complejo desde el punto de vista temático. Una obra que pone el acento en el juego entre los actores y el texto dramático para hacer de una pequeña historia de amor un sutil hallazgo con recorridos inesperados.

Crítica Noticias Urbanas

Por Daniel Gaguine
Destino de Dos Cosas o de Tres (Buena)

Un hombre y una mujer se encuentran en una estación porque uno bajó al otro. O eso dicen o se reprochan. Y aquí se esboza el nudo de la puesta: el lenguaje. Lo que se dice, lo que se omite o se deja en suspenso. Se presentan con el número de documento y repiten el latiguillo “me es grato”. ¿Acaso no se hace lo mismo en la realidad? Hay una relación con lo establecido o con lo que uno se ha criado de lo que se debe y no. Porque los protagonistas están en una estación de trenes y ven como estos pasan mientras ellos siguen en el mismo lugar. Igual que las oportunidades o la vida misma. Todo a través de una poética que descansa en las buenas actuaciones y una iluminación creadora de climas y de sentido en alegorías que tocan al espectador. Quizás, es un poco lenta en algún momento pero el planteo es el correcto para lo que se desea expresar. “Destino de dos o tres cosas” es una obra para descubrir y apreciar en su justa medida.

Ciento cincuenta monos. Revista de Arte y Literatura

El viernes fui a ver la puesta de Destino de dos cosas o de tres con dirección de Marcelo Velázquez que está haciendo funciones en Delborde (Chile 630). Y acá van mis impresiones. Destino… es la primera obra de Spregelburd. La escribió en 1990, a sus tiernos 19. Y espanta un poco que ese texto haya salido de un pibe de 19 años. Yo creo que todavía no había dejado el andador. Pero volviendo al tema, ese es uno de los primeros puntos de interés: comparar la poética spregelburdiana en su primer texto escenificado (la puesta original, dirigida por Roberto Villanueva, contó con las actuaciones de Emilia Mazer, Emilio Bardi y Martín Adjemián) y en alguno de sus últimos (Acassuso, Lúcido, La Paranoia). Resulta sorprendente comprobar que, si bien su tratamiento poético cambió enormemente, los temas siguen siendo más o menos los mismos: el lenguaje, los lenguajes, la matemática, el cine. Esa coherencia también espanta.La puesta de Velázquez se luce por su invisibilidad. Uno tranquilamente podría deducirla del texto. O mejor, podría pensar que ESA es la puesta que el texto indica. Aunque no sea rigurosamente exacto, es la sensación que da. Esa invisibilidad de la mano del director es afortunada en este caso: un texto deliberadamente extrañado, donde todos los lugares comunes del lenguaje son vulnerados, es difícil que admita una escenificación también extrañada. El contraste entre ese trabajo textual desconcertante y la naturalización que la propuesta escénica realiza es, sin dudas, más rico.La escenografía es bastante linda y sobria: aprovecha una escalera que tiene la sala, hay un banco de plaza como los que suelen verse en las estaciones de tren, el andén está sugerido por un pedacito de alero y una farola de dos brazos. El vestuario, que me generaba dudas por los colores cuando vi las fotos, se mejora bastante gracias a la excelente iluminación de Pehuén Stordeur que mitiga los anaranjados y amarillos de la ropa con luces cálidas. Un punto en contra, el morral que ÉL (uno de los personajes) carga inexplicablemente.Las actuaciones son sólidas, sutiles y bastante parejas, aunque Jazmín Schmidt se destaca. Quizá por momentos se ponen algo estridentes, pero eso tiene que ver con una cuestión personal mía con los volúmenes, no estoy siendo imparcial.En suma, las pocas deficiencias del espectáculo no invalidan sus muchos aciertos. Vale la pena verlo.Van los monitos para Destino…: * * * *

Por Santiago Sánchez Santarelli
28 julio 2008

Crítica NivelArte

Guía NivelArte en el TEATRO

2ª quincena de agosto de 2008

DESTINO DE DOS COSAS O DE TRES
Vamos y venimos en una constante búsqueda sin estar nunca
seguros de encontrar el camino correcto para llegar a destino.
¿Cuál es nuestro destino? ¿Quién nos ayudará a saber con certeza
que hemos llegado? ¿A dónde llegamos?
Rafael Spregelburd presenta a una pareja que se encuentra en
el andén de un tren con un excelente texto que atrapa la atención
del espectador que durante toda la representación estará pendiente
de lo que dicen los personajes.
Marcelo Velázquez desde la dirección imprimió el ritmo adecuado
al jugar con algunas situaciones que se resuelven rápidamente
y otras en las que se toma su tiempo y de esta manera
refuerza el mensaje de que algunas veces se puede esperar a
que algo llegue por sí sólo y otras hay que ir directamente a buscarlo.
El armado de los cuadros escénicos con desplazamientos
medidos es vistoso y atractivo para la platea.
Precisamente lo armonioso de la puesta en este aspecto está
apoyado en un excelente diseño escenográfico de Fernando
Leiva
que logra que el estereotipo de las estaciones de tren de
la Argentina se recree en un ámbito escénico un poco difícil para
marcar entradas y salidas. Leiva ha logrado que el director tenga
los recursos visuales para que desde la llegada de los actores a
la escena ya se cuente la historia.
El elenco se desenvuelve de manera homogénea y en la función
que presencié demostró la necesaria concentración para que el
ritmo impuesto por la dirección no decayera.
Carlos Herrera